"Can you see me? All of me? Probably not. No one has ever really has" - Jeffrey Eugenides



domingo, 26 de febrero de 2012

Escenas de película que viví en la vida real.

Mi vida dá para un buen film. Sería divertida, dramática, por momentos hilarante, por otros trágica. De cualquier manera me gustaría que la dirigiese Martin Scorcese o Woody Allen. Aquí una recopilación de escenas cliché, de las que hay en todas las películas y series pero que yo viví de verdad.


En la época del colegio.
  • Estar jugando en el patio del colegio el típico juego con las manos enfrentada a una amiguita mientras cantábamos la canción pertinente y que me empujara alguien bruscamente, darme vuelta y no saber quién.
  •  Salir cabisbaja de un escondite al grito de la maestra luego de estar a solas con una amiga contándole un secreto, las dos de uniforme, en un colegio de monjas debajo de las escaleras.
  • Crecer en ese colegio y en 5to año darme el lujo de fumar en plena luz del día, con el uniforme, dentro del colegio, en el patio, bajo las mismas escaleras.
A nivel familiar.

  • La ambulancia en la puerta de mi casa. Mirarla perderse entre las calles por la ventana.
  • El médico consternado y con cara de pocos amigos que va a darle noticias a la familia. Me acuerdo que nos llevó a los hijos a un pasillo blanco, etéreo que tenía un ventanal enorme por el que se vislumbraba el jardín. Cumplí el papel de chiquilina nerviosa y atolondrada haciendo las preguntas más bobas. Inquiría sin cesar en cuales serían las *secuelas* (palabra que había escuchado repetir mucho a mi mamá en las últimas 24h) sin entender demasiado qué estaba pasando a mi alrededor.
  • Una sesión de terapia familiar.
  • El regreso del enfermo al hogar. Curado y de buen talante a pesar de los achaques y la comida familiar consecuente en la que todos fingíamos que "vamos a estar bien".
Elipsis de tiempo.
  • Acercarme al altar para hacerle un guiño a mi mejor amiga y su novio de toda la vida que se casaban. Y que ellos me sonrían de costado, me saluden y se tomen de la mano sabiendo que la suerte está echada felices de atar sus destinos.
  • Ese preciso instante en el que tus facciones y tu yo más interno se da cuenta que te desenamoraste. Acá casi que esa música triste en off típica de la escena es real.
  • Cuando el papá, que no es el actual de la mamá, va a buscar al hijo a la casa que antes compartían. Y es buena onda con ella, el hijo está contento de verlo y el nuevo novio es un amor. El ex es simpático con el nuevo novio que duerme con su cría y su ex mujer pero no sabés si es forzado o si es, en serio, posible.
  • El padre que luego de separados va en busca de algunas pertenencias.
  • Llegar tarde al casamiento de una amiga y perderme su entrada triunfal. La desesperación, el nerviosismo, las ganas de volar.
  • Reconocer un gesto, un atisbo de mi personalidad en mi hija y reír a carcajadas.
  • Una pelea atroz con mis padres que termine en gritos y un portazo.
  • Cortar el teléfono y largarme a llorar amargamente.
  • Mirar alrededor, mirarme y sentirme underdresses o overdressed.
  • Bailar en bombacha como enajenada por toda la casa.
  • Cocinar bailando.
  • Que todo lo planeado para el día me salga cómicamente al revés. Y reírme de eso.
  • Una fiesta temática de sombreros, rodeada de yatchs y tener que escaparme corriendo cual Cenicienta a las 4am porque las tetas me pedían a gritos que diera de amamantar.
  • El llanto colérico y encaprichado de una pequeña que nada tiene que ver con la circunstancia sino reflejar el estado anímico de la madre. Sin palabras, abrazarla y llorar las dos a unísono. Agradecerle por ser tan cristalina y ponerme en contacto con lo que me estaba pasando a mí y no quería hacerme cargo.

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